viernes, 11 de mayo de 2012

It was fun while it lasted.


Hay momentos en la vida, determinados momentos, que marcan un antes y un después. 
Momentos en los que cada insignificante acto que hagas repercutirá en si algo sigue intacto, se fortalece o por el contrario se rompe. Ese acto lo determina TODO.
Bueno, creo que en la amistad hay esos momentos, y son verdaderamente importantes. Porque esta bien saber que una persona se preocupa por ti aunque nunca lo muestre... esta bien hasta que llegas a un punto en el que NECESITAS verlo con tus propios ojos porque comienzas a dudarlo. Tu das, más, más y más, pero no ves nada a cambio y, para aquellos que digan que no es necesario verlo, abrid los ojos, todo el mundo lo necesita, pues es lo que te hará coger fuerzas, lo que te hará darte cuenta de que toda esa relación merece la pena... Y puede que haya veces que se falle ante esa persona, si de verdad, de verdad, te importa, harás lo que sea, moverás mares y océanos para defender aquel hilo que os une... el problema viene cuando la persona que pensabas que estaría ahí para ti en el preciso momento en el que se espera que lo este no lo esta y encima, en vez de luchar por ti, es como si nada hubiese ocurrido. Llegados a ese punto, ¿qué podemos esperar?

Sinceramente, siempre he pensado que perdonar a las personas es algo que pocas personas saben hacer, y me siento afortunada de estar entre esas personas, pero quizás haya llegado el momento en el que razone las situaciones, deje de ser la niña buena que todo el mundo tiene en mente y luche por aquello que de verdad me beneficia. Y si, puede que una amistad que ha durado bastante tiempo haya sido maravillosa y pienses que a lo mejor no eres capaz de hacerla terminar, pero, ¿acaso no merece la pena una amistad de VERDAD? No una que este para lo bueno y para lo "malo", pero que en los verdaderos momentos desaparezca. Creo que he llegado a una edad en la que me doy cuenta de que, aunque duela dejar a alguien atrás por las miles de buenas experiencias que has tenido con ella, merece la pena arriesgarse. Porque quiero a alguien que de verdad sienta que puedo llamar amiga, que pueda confiar en ella plenamente, y como una maravillosa persona no se cansa de decirme: "Amigas de verdad, DE VERDAD, pocas. Se cuentan con los dedos de una mano y te sobran bastantes." Así que, quizá sea el momento de ser valiente y luchar por mi bien, dejar de depender de lo que los demás dirán porque me doy cuenta de que, en realidad, me da completamente igual. La gente a la que verdaderamente le importo vendrá a mi y me preguntará y sabrán que lo que digo es verdad. Así que voy a arriesgarme por esa gente que de verdad se lo merece, y no aquella que no se merece absolutamente NADA.